martes, 21 de diciembre de 2010

El Renacimiento de Harlem (VI)

La cuestión del nacionalismo

Las preocupaciones tratadas hasta ahora (recuperación de la propia identidad, orgullo racial, reflexión sobre la manera de concebir el mundo) entran dentro de los que Locke denominó “objetivos internos” del New Negro y, como se ha podido comprobar, de las literaturas poscoloniales de la Negritud. Estos “objetivos internos” están estrechamente relacionados con unos objetivos de carácter externo, es decir, aquellos logros que el Renacimiento de Harlem buscaba conseguir en el ámbito social y nacional en el que se desarrollaba, objetivos que, lógicamente, también aparecerán en la literatura de la Negritud.

Como cabe esperar, la defensa de la propia raza y la recuperación de la identidad no pueden quedar en una especie de ejercicio de autoayuda, sino que van orientados a insertar a esa raza orgullosa de su ser y con la tradición que la respalda, dentro de una sociedad y de un país.

En el caso de Estados Unidos, la de la nación era una cuestión candente. Las trece colonias que en 1776 se habían independizado del Reino Unido habían incrementado su número, habían superado una guerra civil de cuatro años y habían reconstruido el país en conjunto, otorgando la libertad y la ciudadanía a los negros, aunque estos seguían siendo considerados inferiores por la mayoría de la población y la vida se organizaba en torno a una férrea división basada en el color de la piel. Por otro lado, pocos años antes de la configuración definitiva del Renacimiento de Harlem, había tenido lugar la Primera Guerra Mundial, que había dejado a Occidente conmocionado, preguntándose si realmente había una civilización occidental de la que sentirse orgulloso.

En este contexto, Estados Unidos pugnaba por definirse frente a Europa como nación, en formarse como país y en encontrar un referente que sirviera para reanudar la fe en la civilización occidental. Para lograr esos nuevos principios tan necesarios para Occidente, muchos artistas de la Vanguardia europea del momento habían recurrido al primitivo arte africano. En Estados Unidos, sin embargo, no era necesario mirar hacia otro continente, ni siquiera fuera del territorio nacional, para encontrar un pasado milenario, puro y que dotara al nuevo país de esos principios tan buscados. Esto es precisamente lo que parte de la filosofía del Renacimiento de Harlem trataba de hacer ver. Los afroamericanos jamás trataron de constituirse en una nación propia ni se desvincularon del futuro del país, bien al contrario, los autores del New Negro estaban seguros de que la cultura afroamericana podía dotar a los Estados Unidos de un pasado sobre el que sostenerse y consideraban, aunque quizá con una actitud demasiado optimista, que los intelectuales blancos de los años veinte estaban preparados para dicha aportación. Más o menos utópica, esta visión es en extremo moderna, puesto que defiende ante todo y como única vía para la evolución del país, el máximo respeto entre razas y la unión en reconocimiento de los intereses comunes. En definitiva, propugna una multiculturalidad capaz de cumplir con éxito los requisitos que una nación moderna debe tener. En palabras del propio Alain Loke:

However, this new phase of things is delicate; it will call for less charity but more justice; less help, but infinitely closer understanding. This is indeed a critical stage of race relationships […] public opinion cannot continue to paternalize. The Negro today is inevitably moving forward under the control largely of his own objectives. What are these objectives? Those of his outer life are happily already well and finally formulated, for they are none other than the ideals of American institutions and democracy.[…] The Negro mind reaches out as yet to nothing but American wants, American ideas. But this forced attempt to build his Americanism on race values is a unique social experiment, and its ultimate success is impossible except through the fullest sharing of American culture and institutions[1].

El correlato de estas palabras de Locke puede verse en uno de los poemas más conocidos y valorados de Langston Hughes, “I, too”, donde el autor une el canto a América al orgullo racial y prevé el cambio de circunstancias:

I, too, sing America. Yo, también canto América.

I am the darker brother. Soy el hermano más oscuro.

They send me to eat in the kitchen Me ordenan que coma en la cocina

When company comes. Cuando vienen las visitas.

But I laugh, Pero yo me río,

And eat well Y como bien

And grow strong. Y crezco.

Tomorrow Mañana

I´ll sit at the table Me sentaré a la mesa

When company comes. Cuando vengan las visitas.

Nobody´ll dare Nadie se atreverá

Say to me, A decirme,

“eat in the kitchen” “Come en la cocina”

Then. Entonces.

Besides, they´ll see how beautiful I am Aún es más, verán lo bello que soy

And be ashamed, - Y se avergonzarán,-

I, too, am America. Yo, también, soy América.

Del mismo modo, en el poema “Freedom”, la voz del poeta reclama sin tapujos su derecho a unas condiciones legales iguales a las de los blancos, reclama el cambio inmediato y clama en verso lo que Alain Locke afirmaba en prosa: “la democracia no llegará mientras existan la intransigencia y el miedo”.

Democracy will not come

La democracia no cuajará

Today, this year

Hoy día, este año

Nor ever

Ni nunca

Through compromise and fear.

En las concesiones y el miedo.

I have as much right

Yo tengo tanto derecho

As the other fellow has

Como cualquier otro hombre tiene

To stand

A pararme

On my two feet

Sobre mis dos pies

And own the land.

Y ser dueño de la tierra.

I tire so of hearing people say,

Me cansa tanto escuchar a la gente decir,

Let things take their course.

Dejemos que las cosas sigan su curso.

Tomorrow is another day.

Mañana es un nuevo día.

I do not need freedom when I'm dead.

No necesito de mi libertad cuando esté muerto.

I cannot live on tomorrow's bread,

No puedo vivir del pan del mañana,

Freedom

La libertad

Is a strong seed

Es una fuerte semilla

Planted

Plantada

In a great need

En urgente necesidad.

I live here, too.

Yo vivo aquí también.

I want freedom

Quiero libertad

Just as you.

Tanto como tú.


Tal vez sea en este aspecto donde se halla la mayor diferencia entre el Renacimiento del Harlem y la literatura de la Negritud. A mi juicio, los “objetivos externos” del New Negro responden a una lógica obvia: los negros afroamericanos que residían en Estados Unidos eran los descendientes de varias generaciones anteriores que habían sido transportados desde África como esclavos. En los años veinte, no podían pretender sus descendientes formar un país distinto de Estados Unidos, donde ya vivían inmersos y de cuya cultura ya se sentían parte, ni tampoco regresar a África, como proponía Marcus Garvey. Por el contrario, los afroamericanos se sabían ciudadanos estadounidenses de pleno derecho y como tal querían vivir.

Sin embargo, a los negros africanos sí les fue usurpada su tierra, obligándoles a asumir una organización social, política y económica que no era la suya. Si sumamos a ello la esclavitud, la denigración y la negación tajante de toda cultura anterior, llegamos a una literatura cuyo único camino para hacer justicia al pueblo al que intenta dar voz será reclamar todo lo que le fue arrebatado.

Así, en la literatura de la Negritud como en aquellos que teorizan sobre ella, la denuncia política estará muy presente, el escritor de la Negritud no representa a una raza ni a un sector de la sociedad, sino a un país. En palabras de Amilcar Cabral:

A people who free themselves from foreign domination will be free culturally only if, without complexes and without underestimating the importance of positive accretions from the oppressor and other cultures, they return to the upward paths of their own culture, which is nourished by the living reality of its environment, and which negates both harmful influences and any kind of subjection to foreign culture. Thus, it may be seen that if imperialist domination has the vital need to practice cultural oppression, national liberation is necessarily an act of culture[2].

Por tanto, aunque la literatura del Renacimiento de Harlem busca que la minoría étnica a la que representa entre a formar parte de una nación ya existente y las literaturas poscoloniales de la Negritud tratan de crear una nación propia, se encuentra en ambas ese “objetivo exterior” político común, que una vez más en ambos casos necesita estar apoyado por la certeza de poseer un pasado cultural de extraordinaria valía que permita reconstruir la identidad común que durante tanto tiempo le ha sido negada y que hallará en la producción literaria una de sus más efectivas formas de expresión y de transmisión de la ideología que pueda movilizar al pueblo y provocar así un cambio en el orden establecido.



[1] A. Locke, “Enter the New Negro”, en Survey Graphic, op. cit.

[2] A. Cabral, “National Liberation and Culture”, en P. Williams y L. Chrisman, Colonial Discourse… op. cit. , p. 56

2 comentarios:

  1. elenilla, me leeré todo el "ensayo" y te haré un crítica final, si te apetece, porque esto pinta muy bien :) (mándamelo al correo, si eso, y así me lo leo mejor en un word!)

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