jueves, 16 de diciembre de 2010

El Renacimiento de Harlem

INTRODUCCIÓN

Si ahora mismo fuéramos a la calle y preguntásemos a la primera persona que saliera a nuestro encuentro ¿qué es la literatura? probablemente su más o menos acertada definición iría acompañada de nombres como Cervantes o Shakespeare. Esto responde a la concepción de literatura con la que los occidentales nos hemos educado: la literatura son unas cuantas obras importantes escritas por una serie de autores de ingenio prodigioso. En efecto, los europeos y, en general, los occidentales, vivimos nuestra literatura casi exclusivamente en torno a un canon delimitado, una selección de las grandes obras de la literatura universal.

Sin embargo, si por unos segundos nos parásemos a pensar y cayéramos en la cuenta de existen Asia, África, Oceanía o Sudamérica, quizá tendríamos que replantearnos el hecho de que las grandes obras de la literatura universal sólo incluyan un repertorio escrito por autores europeos y, como mucho, norteamericanos. ¿Es que acaso no hay literatura en el resto del mundo? ¿Nadie ha escrito nunca un libro en Asia? Creo que nadie podría plantearse en serio la inexistencia de literatura en ningún sitio, simplemente, de alguna manera, nuestra mentalidad occidental concibe esa otra literatura como menor, de escasa importancia o, si se quiere, irrelevante para nuestras vidas.

En la actualidad es cada vez más evidente que las cosas no son tan sencillas. El canon occidental no sólo ha dejado de lado la literatura de dos tercios del planeta con la soberbia actitud de considerarse a sí misma más válida, más digna de recordar, más universal, sino que ha marginado también la literatura de grupos concretos dentro de una misma sociedad, como por ejemplo la literatura escrita por mujeres o la literatura de las minorías étnicas que, fruto de la inmigración, han entrado a formar parte de la realidad sociocultural de numerosos países occidentales.

Desde mi punto de vista, no es posible seguir manteniendo, hoy por hoy, esta actitud. Es hora de que el canon occidental reconozca la existencia de otra literatura, tan válida y universal como la occidental. No obstante, es obvio que este cambio, que es ante todo un cambio de mentalidad, no puede ocurrir de la noche a la mañana. Tampoco es posible reconocer que existe una literatura que no es la nuestra, pero no pararnos si quiera a contemplarla, a leerla sin prejuicios y con la voluntad de comprender algo que es diferente a lo que conocemos y entendemos por literatura.

Es precisamente aquí donde la Literatura Comparada desempeña un papel fundamental, puesto que esta disciplina cuenta con las herramientas necesarias y los fundamentos ideológicos adecuados para romper de una vez y para siempre con los presupuestos del canon occidental. La literatura comparada, que comenzó comparando las diferentes literaturas nacionales europeas, no se ha quedado ahí, sino que ha intentado, sobre todo en las últimas décadas, desvincularse de la concepción tradicional de literatura, no se trata ya únicamente de traspasar fronteras nacionales sino de ensanchar los horizontes culturales. El Otro (ya sea éste mujeres, minorías étnicas, literaturas posteriores a la colonización de una potencia europea), puede y debe ser tenido en cuenta. La literatura comparada, para lograr esto, pone en juego todas las coordenadas que organizan la vida humana: lo literario sólo se entiende en relación con lo social, lo político, lo económico, lo filosófico, y todo ello en un contexto histórico determinado.

3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con lo que dices, hay poca información en general. Si vas a la fnac, por ejemplo, encuantras estantes con literatura española e hispanoamericana y literatura extranjera pero en esta última, todo es europeo o norteamericano (a excepción de algunas, pocas, excepciones como Haruki Murakami u otros autores, que a pesar de no formar parte del canon tradiicional, consiguen suficentes ventas para ser considerados).

    El problema es el desconocimiento, tendemos a pensar que lo que no se conoce no existe, así pues, a grandes rasgos, Oriente no existe para Occidente.

    Y luego está la pasión humana por hacer listas de los mejores, clasificar... lo que deja fuera a muchos que sin ser tan "estupendos" tienen grandes virtudes y de los que se pueden aprender muchas cosas.

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  2. "Es hora de que el canon occidental reconozca la existencia de otra literatura, tan válida y universal como la occidental" - Para ello, primeramente, habría que empezar a reconocer la existencia de otras historias, otras culturas y otras formas de pensamiento tan válidas y tan universales como la occidental. Y esto, querida, creo que estamos lejos de alcanzarlo... Además, es mucho más fácil ignorar lo desconocido que adentrarse en ello, no vaya a ser que nos dé por pensar y por cuestionar nuestro sistema de valores... :)

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  3. Todavía son pocas las personas que deciden adentrarse en el estudio de otras lenguas y culturas. Para que exista la literatura universal tienen que existir traductores, y la verdad es que en este sentido, en nuestro país, vamos a pasito de caracol. Por ejemplo, en lo que se refiere a la literatura árabe, sólo hace unos pocos años que empezaron a licenciarse en Granada los primeros traductores de árabe (como primera lengua). Hasta hace muy poco eran los arabistas los que, entre otras cosas, se ponían a traducir de vez en cuando.

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