jueves, 4 de noviembre de 2010

Sobre héroes y tumbas

He decidido hacer la primera actualización "seria" de este blog hablando sobre el último libro que he leído por voluntad propia, fundamentalmente porque creo que el libro en cuestión lo merece, y mucho.

Mi simpatía hacia el escritor argentino Ernesto Sábato empezó cuando leí El túnel con escasos 17 años y por recomendación de un profesor de filosofía (al que he de agradecerle sinceramente que me pusiera en contacto con este gran autor). De El túnel ya casi ni me acuerdo y ahora, después de cuatro años de Filología, me doy cuenta de que seguramente ni llegué a entender muchas cosas (nota mental: releer El Túnel), pero siempre he conservado ese buen sabor de boca que dejan esos libros que de vez en cuando nos encontramos, que a veces incluso leemos y al final permanecen enquistados en nuestra memoria, en el cajón de "GRANDES HALLAZGOS".

Y así, a través de El túnel (nunca mejor dicho) llegué a Sobre héroes y tumbas. Confieso que compré el libro por azar, uno de esos días que vas de excursión a la Fnac y te empeñas en comprarte algo, por vicio. Y confieso también que tras las primeras páginas supe que una de dos: o acabaría dejándolo por imposible, o adoraría el libro. Seguí leyendo. Pronto me di cuenta de que (al menos en mi caso), este libro no podía leerse de mucho en mucho. Los capítulos son muy breves, algunos de apenas media página, y creo que Ernesto Sábato sabía lo que hacía, como una advertencia, traducida al modo prospecto: "leer en pequeñas dosis". A lo que yo personalmente añadiría "sólo una vez al día, a ser posible antes de dormir".

Cuando llegué a la última página confirmé mis sospechas: había merecido la pena. Sobre héroes y tumbas es uno de esos libros a los que solemos llamar "densos", está construido a base de frases enrevesadas que poco a poco te van llenando la cabeza de ideas y acaban obligándote a pensar. Con momentos narrativos brillantes, reflexiones dignas de filósofo griego antiguo, juegos de palabras que le hacen a uno quitarse el sombrero y una acción (¿o acciones?) que transcurre pausadamente, como si su autor quisiera que te tomaras tu tiempo, como si quisiera llevarte bien lejos que toda conclusión precipitada. En definitiva, un libro que hay que saborear con paciencia, página a página, para darse cuenta al final (cuando vuelves a la nota de prensa del principio porque crees que no has entendido nada) de qué lo has entendido todo y, lo que es más importante, has ganado mucho por el camino.

No sigo, porque no quiero contar nada del argumento (ni podría aunque quisiera). Acabo con las palabras del propio Ernesto Sábato en la nota a la 1ª edición (1961), que creo que definen los dos libros de los que he hablado:

Existe cierto tipo de ficciones mediante las cuales el autor intenta liberarse de una obsesión que no resulta clara ni para él mismo. Para bien o para mal, son las únicas que puedo escribir.

1 comentario:

  1. Yo aún no he pasado del primer capítulo... Pero lo tengo PENDIENTE! Y tengo más ganas de leerlo ahora! :P

    ResponderEliminar